Ahora en verano, las fiestas se multiplican, salimos más y hasta más tarde y todos y todas pecamos de cometer más excesos de todo tipo que en otras épocas del año.

Adolescentes y jóvenes no son ninguna excepción: terminadas las clases y con todas esas vacaciones por delante, su prioridad no es otra que la de divertirse y pasarlo bien. Esto propicia que los consumos de alcohol y otras drogas aumenten también en el periodo estival e inevitablemente los riesgos asociados a ellas, sobre todo en el caso de las y los más jóvenes, que puede que tengan sus primeros contactos con estas sustancias este verano.

Por todo ello, es muy importante que en casa se hable de estos temas, tanto de las sustancias en sí (efectos, riesgos,…) hasta de los usos que se hacen de ellas y también de alternativas de ocio más adecuadas a su edad.
Sin embargo, los expertos coinciden en que la información que se les de sobre las drogas debe ser ante todo veraz, que incluya no sólo los riesgos y los efectos negativos, sino también los placeres, los efectos deseados por los que se consumen al fin al cabo.

Mientras más veraz y objetiva sea la información que les transmitamos, más recurrirán a nosotros y nosotras y más confiarán en nuestro criterio; y es que como ya decíamos en una entrada anterior sobre los nuevos patrones de consumo, los y las adolescentes que aprenden sobre los efectos -tanto positivos como negativos- y riesgos de las drogas de sus padres y madres, tienen menos probabilidades de asumir riesgos y sufrir problemas asociados con ellas.