BotellónPor lo general, tanto la población adulta como la más joven asocia el alcohol con sus efectos más positivos, lo que la convierte en una droga socialmente aceptada y muy extendida entre nosotros y nosotras. Por este motivo mucha gente no considera el alcohol como una droga.

Esta asociación entre el alcohol y sus consecuencias positivas se acentúa entre los y las adolescentes. La juventud generalmente no asocia el consumo de alcohol con los problemas que de él se generan pero en cambio sí lo asocian con diferentes efectos positivos, porque en las primeras fases del consumo hace que nos desinhibamos facilitando la expresión de las emociones y potenciando las relaciones sociales.

En un primer momento el alcohol nos produce alegría, euforia y deshinibición, que nos ayuda a superar la timidez, los complejos, los miedos….

Todo ello hace que generalmente relacionemos el alcohol con la diversión, con los momentos de ocio y entretenimiento. La juventud ve en el alcohol un facilitador para integrarse en el grupo de iguales donde la mayoría consumen.

Mientras el alcohol les proporcione efectos positivos, que identifican como beneficiosos, el consumo se mantiene, sobre todo en espacios de ocio, como por ejemplo fines de semana y fiestas, que es cuando las relaciones interpersonales se intensifican y cuando disponen de más tiempo libre para divertirse y cuando menos responsabilidades tienen.

Este sesgo de ver solamente los efectos positivos, obviando los negativos, lleva a un mayor consumo; pero este no es un comportamiento exclusivo de los y las jóvenes puesto que en nuestra sociedad una gran parte de la población adulta se relaciona de igual modo con esta sustancia y no debemos olvidar que la juventud al final lo que hace es reproducir e imitar los comportamientos y valores que ven y aprenden de sus mayores.