El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género, y a pesar de que podamos pensar que hemos avanzado mucho en este tema, la verdad es que la violencia de género se presenta cada vez más y de una manera más alarmante en las relaciones adolescentes.
Nadie parece tener claro a qué se debe este repunte, pero algunas hipótesis apuntan al éxito y fomento del ocio que promociona estereotipos machistas a través de programas y series de televisión, libros y películas, o géneros musicales que lanzan mensajes que podrían influir en la perpetuación de estos estereotipos.
Otro factor influyente podría ser el creciente uso de aplicaciones como Whatsapp y otras redes sociales que ofrecen información permanente y son utilizadas como mecanismos de control por muchos adolescentes. Muchas jóvenes asumen como algo normal que su pareja censure su comportamiento, imponga cómo debe vestirse, espíe su móvil o no le deje espacio para estar con sus amigos y amigas.
Aunque estas herramientas pueden tener un uso muy positivo, muchos y muchas jóvenes hacen un mal uso de ellas, facilitando casos de celos, control, chantaje y maltrato en la pareja.
Para evitar estas situaciones y para fomentar las conductas igualitarias y de respeto hace falta que el trabajo educativo empiece a edades muy tempranas. Esperar a tratar estos temas en la adolescencia podría ser un poco tarde, por lo que lo recomendable sería tratarlos en familia desde que nacen, y también en la escuela, a lo largo de todas las etapas de la enseñanza, sin olvidar el trabajo a nivel comunitario. Pero la realidad es que cuando se les pregunta, la mayoría de estudiantes dicen que en clase no realizan actividades por la igualdad y para prevenir el sexismo nunca o casi nunca, y apuntan que cuando se les habla de este tema, la mayoría de las veces el enfoque está siempre centrado en las agresiones físicas.
Esto lleva a que la gente joven no se identifique con las campañas de información porque no se ven reflejados/as en ellas, y aunque muchas de estas campañas estén específicamente enfocadas a la juventud, muchos y muchas siguen sin identificarse porque la gente joven no identifica los malos tratos psicológicos, ni los otros tipos de violencia -violencia sexual, económica, cotidiana y social- que tienen normalizados y sólo reconocen la violencia física y de cierta gravedad.Por lo tanto, es importante ayudar a los y las jóvenes a detectar las primeras y pequeñas señales de la violencia de género. Por ejemplo, si seguimos viendo los celos como un acto de amor, no podremos identificarlos como lo que realmente son, es decir, conductas de control.
Hay que explicarles con ejemplos concretos lo que son actitudes y comportamientos que representan relaciones de desigualdad, para que les sea más fácil detectar las actitudes que caracterizan la violencia de género en su espectro más amplio.
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