Como comentábamos la semana pasada, los teléfonos móviles, y en especial los smartphones, tienen tanto beneficios como riesgos, y lo que saquemos de ellas, dependerá del uso que hagamos de las mismas.
En el caso concreto de estos “teléfonos inteligentes”, los riesgos y beneficios que pueden generar son los mismos que los de cualquier otro móvil, pero multiplicados, ya que suman a los del teléfono en sí, la conexión a internet a todas horas y en cualquier lugar. Muchas familias no contratan tarifa a internet en el móvil de sus hijos e hijas, pero desconocen que con estos dispositivos se pueden conectar «gratuitamente» en muchos lugares, incluso en la propia casa, a través de las redes wi-fi.
Los principales riesgos se centran en el acceso a contenidos no aptos de internet, el contacto con gente desconocida, las conductas adictivas y el gasto excesivo.
Los datos de los estudios señalan que un 11 por ciento de niños y niñas entre 10 y 16 años afirman ver imágenes sexuales online, el 2,5% confiesa haber sido objeto de ciberacoso a través del smartphone y el 4,8% reconoce que su imagen ha sido difundida por otras personas sin haber prestado consentimiento.
De la misma forma, el 4,3% de los y las menores ha recibido imágenes sugerentes de personas de su entorno y un 1,5% reconoce haberse hecho fotografías de carácter sexy.
Asimismo, un 3,8% de menores afirma que ha recibido llamadas o SMS de personas adultas desconocidas que querían conocerles y el 17,8% ha sido objeto de estafas o fraudes con su smartphone.
Pero otro de los problemas con el que nos encontramos, cada vez con más frecuencia, es la utilización de estos dispositivos por parte de niños y niñas cada vez más pequeñas, que juegan con estos aparatos como si de inocuos juguete se trataran y que, al parecer, según diferentes investigaciones, llevan consigo unos riesgos que afectan especialmente a niños y niñas de estas edades.
Una investigación estadounidense sobre el impacto de estas tecnologías en niños y niñas, concluyó que estas pueden afectar el desarrollo de habilidades sociales como la empatía, interacción social y resolución de problemas.
Según la investigación llevada a cabo en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, esto se debe a que muchos padres y madres intentan calmar a sus hijos e hijas con estos dispositivos, sin tener en cuenta que el uso muy seguido de estas pantallas reduce la interacción humana entre sus hijos e hijas y ellos y ellas.
Además, el estudio publicado en la revista «Pediatrics» encontró que el uso de estas pantallas interactivas por parte de menores de tres años, también podría afectar el desarrollo de sus habilidades científicas y matemáticas.
A esto hay que sumarle una de las principales advertencias del Plan General de Educación para la Salud Visual Digital 2015-2020, que tiene como objetivo promover la salud en el ámbito escolar, laboral y de ocio en el mundo digitalizado, que advierte que niños y niñas menores de 2 años no deben usar dispositivos como tablets y smartphones porque sus ojos no están aún preparados y la luz les dañará inevitablemente.
Estas pantallas, que emiten cinco veces más luz de onda corta, son muy nocivas para los ojos y una exposición excesiva a las nuevas pantallas LED puede dañar la retina de los y las más pequeñas, porque su cristalino está aún en desarrollo y no filtra esta luz de un modo eficiente.
El daño puede ser irreversible.
La próxima semana terminaremos esta serie de publicaciones sobre la relación entre los y las más jóvenes de casa con los teléfonos móviles, dando algunas recomendaciones a padres y madres sobre como actuar a la hora de educar en el buen uso de estas herramientas. Seguid atentos y atentas.