Acaba un año y empieza otro nuevo. Es tiempo de mirar atrás y hacer repaso de cómo nos ha ido en los últimos meses; pero también de mirar hacia adelante y hacer planes, promesas y plantearnos nuevos retos y propósitos.
Y entre todos las buenas intenciones que nos podamos plantear para este 2015, una que seguro se plantarán muchos padres y madres es seguir haciendo todo lo necesario para que hijos e hijas sean felices, para educarles mejor y conseguir que sean personas autónomas, responsables e íntegras, con fuertes valores individuales y sociales.
Deberemos afrontar estos nuevos retos con optimismo, entusiasmo, pasión e ilusión, pero también con altas dosis de sentido común, que es al fin y al cabo, la mejor herramienta con la que cuentan padres y madres para educar.
Plantearnos metas realistas, bien definidas y concretas aumentará nuestras probabilidades de éxito, pero la firmeza y la constancia serán necesarias; hay que trabajar todos los días con todos los medios que tenemos, sin importar sacrificios, tiempo, dificultades y posibles fracasos.
Siempre es un buen propósito enseñar a hijos e hijas a mirar más allá, a ver lo verdaderamente importante, a no quedarse en el tener, sino profundizar en el ser. Lo superficial es lo que más fácilmente se ve, pero sin una sólida formación ética y emocional, todo lo que queramos construir se resquebrajará.
Para ello, nada mejor que el ejemplo: la coherencia entre el decir y el hacer, de la que hijos e hijas aprenden tanto o más que de nuestras palabras.
Seguir buscando el equilibrio entre el Sí y el No, seguramente estará en la lista de muchos padres y madres.
No todo lo que nos ocurre en la vida “afortunadamente” es bueno. La frustración forma parte del proceso de maduración y de aprendizaje, y por eso es bueno que hijos e hijas aprendan a tolerar sus frustraciones, a superar las dificultades que la vida les irá planteando.
La mejor herramienta de la que disponemos, es la de saber educar también desde el No y, aunque la balanza se incline un poco más hacia el lado del Sí, hay que saber también renunciar, cuando sea necesario, al aparente agradecimiento con el que seguro que nos “premiaran” si solamente los educamos desde el Sí.
También es necesario enseñarles a ser críticos/as con la realidad y a decir que No a lo que nos les hace bien.
Podríamos añadir también a nuestra lista el recuperar la consistencia de nuestro discurso.
Familia y escuela, como los dos principales agentes educativos y socializadores, deben avanzar juntos en la misma dirección, alcanzando acuerdos conjuntamente aunque a veces no coincidan en los mismos criterios.
En definitiva, este nuevo año seguirá lleno de risas y lagrimas, discusiones y besos, conflictos y te quieros, malos y buenos momentos, y trabajo… mucho trabajo educativo: que el cariño mal entendido no nos haga caer en la trampa de la permisividad absoluta o la sobreprotección.
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