Ante la actual tendencia de muchas familias de dar todos los caprichos y todas las facilidades a sus hijos e hijas pensando que el tener una vida cómoda supone tener bienestar y asegurar la felicidad, debemos reflexionar cuánto de verdad hay tras esa premisa y cuáles son los motivos reales de ese estilo de educación familiar; es decir, ¿no será que tal vez es más cómodo para padres y madres dar todo lo que quieren a sus hijos e hijas para evitar conflictos y discusiones en casa, para, de algún modo, «ganarnos» su amor o porque creemos que así les evitamos los supuestos traumas que la frustración podría generarles?

En realidad, inculcarles la idea de que para conseguir un objetivo hay que esforzarse, es la mejor manera para educarles y dotarles de herramientas para afrontar las adversidades.
Conseguir algo que nos ha supuesto un esfuerzo es fuente de gran satisfacción personal. Si enseñamos a los niños y niñas a esforzarse en la infancia, de mayores serán adultos y adultas satisfechas y seguras de sí mismas sin miedo a enfrentarse a cualquier situación que les suponga el más mínimo esfuerzo.

Según diferentes expertos y expertas hay algunas claves a seguir para educarles mejor frente a las adversidades. Estas son algunas de ellas:
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  • «Quien algo quiere, algo le cuesta». Cuando educamos no hay que tener miedo a hacer sufrir porque el cariño impide que la experiencia se convierta en un trauma psicológico.
  • La mejor manera de educar es dar ejemplo. Actuar delante de los hijos e hijas del modo en que queremos que actúen; enseñarles mediante nuestras acciones y no solo mediante palabras.
  • Enseñar a ser libre. En la educación de una personalidad madura es esencial enseñar a ser libre, con la responsabilidad que supone recibir un premio o castigo como consecuencia de la propia conducta libre.
  • Aprender a no tener miedo al sufrimiento, lo que comúnmente se conoce como poner al mal tiempo buena cara. El miedo de cualquier tipo, y en este caso el miedo al sufrimiento, impide proponerse grandes objetivos y aspirar a conseguirlos.
  • Voluntad y constancia. Es necesario plantear modelos atractivos de modos de ser, pues si una persona quiere ser de una manera, tendrá la fuerza y constancia para poner los medios necesarios para lograrlo: querer es poder.
  • Las personas encargadas de la educación de hijos e hijas deben estar de acuerdo a la hora de educar, de establecer normas y límites. Es muy importante que no se desautoricen entre sí y que se comuniquen para llegar a puntos comunes y evitar las contradicciones educativas en los temas más importantes.
  • No rendirse cuando parece que no se consiguen los objetivos educativos deseados; ya aparecerán más adelante.
  • No cansarse de dar buen ejemplo.