Las bebidas energéticas han sido polémicas desde que su uso se ha vuelto masivo. Sus altas dosis de cafeína y otros estimulantes han calado en el público general, sobre todo en adolescentes.
Un nuevo estudio ha mostrado que las bebidas energéticas pueden elevar las presión arterial a jóvenes sanos aumentando así el riesgo a padecer eventos cardiovasculares. Esta relación eleva la preocupación que ya existe sobre el abuso de bebidas energéticas entre los y las más jóvenes, al haberse asociado este abuso con modificaciones de la conducta y alteraciones en las capacidades cognitivas.
La investigación, que fue presentada por investigadores de la Clínica Mayo en la 64ª Sesión Científica Anual de Cardiología en San Diego (EEUU), analizó su consumo en adultos jóvenes sanos que no consumen cafeína regularmente.
Quienes participaron en la investigación experimentaron un marcado aumento en la presión arterial después de consumir la bebida energética en comparación con una bebida placebo. El personal encargado de la investigación encontró que el efecto fue más dramático en las personas que no suelen consumir mucha cafeína.
El primer ingrediente de las bebidas energéticas que se nos viene a la cabeza para relacionarlo con la salud cardiovascular suele ser la cafeína, por sus efectos estimulantes conocidos. Tan solo por sus elevadas dosis de cafeína, ya se creía anteriormente que las bebidas energéticas podrían ser un problema a nivel cardíaco. Sin embargo, no se tiene claro si sería la cafeína, la taurina u otros ingredientes los responsables del aumento de la presión arterial: en un estudio anterior, los voluntarios y voluntarias sanas presentaron mayores aumentos de la presión arterial tras consumir bebidas energéticas en comparación al consumo de una taza de café con niveles similares de cafeína.
Cabe recordar que el consumo de bebidas energéticas también se ha asociado a una mala memoria y déficits de aprendizaje, ansiedad, alucinaciones, alteraciones del ritmo cardíaco, sobrepeso,… e incluso ha habido asociaciones con abuso de sustancias o conductas de riesgo.
Una de las prácticas de riesgo relacionadas con estas bebidas es la mezcla de estas con alcohol. Esta práctica se ha convertido en habitual entre la juventud pero esta combinación no es muy buena idea: el alcohol es una bebida depresora y las bebidas energéticas son estimulantes. Al mezclarlas, producimos a nuestro cuerpo una extrema tensión, ya que este intenta equilibrar los efectos opuestos. Esta tensión puede llegar a producir un ataque cardíaco y, demasiadas veces, puede conducir a la hospitalización.
Para finalizar, debemos recordar que los excesos, de cualquier cosa, son perjudiciales para nuestra salud. Todo debe ser consumido con moderación, incluido estas bebidas. Es más saludable decantarse por el té o el café, ya que sus efectos a largo plazo son conocidos y tolerables (si no nos pasamos demasiado), pero los efectos a largo plazo de las bebidas energéticas son desconocidos actualmente.