El pasado 16 de octubre, se celebró en la Universidad de Deusto, el XXI Symposium sobre avances en drogodependencias, que este año se ha centrado en el consumo de alcohol entre adolescentes y jóvenes.

El simposio arrancó con una conferencia inaugural a cargo del Dr. Lars Möller, que habló sobre el marco europeo respecto al alcohol y la juventud y los ejes de trabajo de la estrategia global 2012-2020.

Tras esta introducción, se dio paso a la primera mesa de ponencias sobre neurología, cerebro adolescente y alcohol, en la cual, el neuropsiquiatra Gabriel Rubio habló sobre cómo afecta el maltrato sufrido en la infancia al consumo de drogas en adolescentes, y Consuelo Guerri, jefa del laboratorio de Patología Celular del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, explicó cuales son las consecuencias neuropatológicas y conductuales del abuso de alcohol durante la adolescencia.

Consuelo Guerri

Consuelo Guerri

Tras recordar que el cerebro no alcanza la madurez total y está en desarrollo hasta al menos los 21 años y en referencia siempre a adolescentes mayores de 18 años, Guerri comentó que si quieren tener la máxima capacidad intelectual, es mejor que no se emborrachen y menos todos los fines de semana y con el estómago vacío, porque ‘a palo seco’ el alcohol se absorbe más.

«En dos horas se machaca al cerebro y cuando ese cerebro se está recuperando, llega otra vez el fin de semana y lo vuelves a machacar», dijo en referencia al consumo abusivo, y añadió que resulta mucho más peligroso consumir la misma cantidad de alcohol en pocas horas, que distribuido en varios días, porque no se llega a picos tan altos de alcohol en sangre.
Resaltó que la adolescencia es un periodo muy critico para los consumos de alcohol y otras drogas porque el cerebro está aún en desarrollo y cuanto antes se inicia el consumo, la zona cerebral que rige los estímulos y las funciones ejecutivas se hipersensibiliza y aumenta el riesgo de tener problemas con el alcohol en la etapa madura.
Sin embargo, matizó que tampoco hay que asustarse, porque no pasa nada por emborracharse una vez; el problema es repetir ese patrón todos los fines de semana.
En relación a esto, defendió que los y las adolescentes tienen que estar informados e informadas de dónde está el riesgo para poder elegir libremente qué es lo que van a hacer.
La especialista recordó que siempre se ha bebido y que los y las adultas también consumen, pero que ahora ha cambiado el patrón de consumo, que se practica en forma de «atracón» los fines de semana y sin ingerir comida y comentó que lo aconsejable es parar de beber cuando se empieza a sentirse mareado o mareada porque significa que el nivel de alcohol en sangre es ya muy alto.

Por su parte, Gabriel Rubio se refirió a un estudio que correlaciona los malos tratos en la infancia con el riesgo de consumo abusivo de drogas en la adolescencia. Aclaró que en dicha investigación se consideraron como malos tratos tanto los abusos sexuales y físicos como la negligencia emocional, es decir, la sensación de algunos y algunas jóvenes de que no están suficientemente atendidos y atendidas.

En la siguiente mesa, Gonzalo Musitu, Catedrático de Psicología Social de la Familia, habló sobre los factores de protección y apuntó hacia la resiliencia y el empoderamiento como recursos básicos y fundamentales para una competencia social que contribuya a la disminución de riesgos en la relación alcohol-adolescentes.

El Catedrático de Sociología e investigador social Javier Elzo, por su parte, habló sobre la necesidad de comprender el consumo de alcohol entre la juventud y los y las adolescentes y destacó la fractura existente en los tiempos de la semana entre la actividad diaria y la relativa al fin de semana. Según Elzo, deberíamos dar más importancia a este hecho, porque la fractura entre tiempo laboral y festivo es cada vez mayor, sobre todo en lo que concierne a los horarios y a los consumos.

Para terminar, desde el Servicio de Urgencias Pedriáticas, la Dra. Beatriz Azkunaga abordó cómo es la atención sanitaria urgente en las intoxicaciones etílicas de menores, ya que suponen una de cada 2.300 visitas, sobre todo los fines de semana a últimas horas de la tarde-noche.

Tras el descanso para comer, el simposio continuó por la tarde, con diferentes mesas en las que se habló del control del consumo de alcohol de jóvenes y adolescentes desde los poderes públicos (legislación, políticas de prevención,…), de las diferentes intervenciones en alcohol y adolescencia y de los programas que se llevan a cabo actualmente en el ámbito de la prevención y que funcionan satisfactoriamente.